Minería

Minería en Chubut: Se acabaron las excusas, por Favio Casarin

“La cobardía tiene sobre el valor una ventaja: la de encontrar siempre una excusa” Albert Guinon.

En ninguna época geológica y en ninguna otra provincia argentina, la minería fue tan importante como lo es por estos tiempos en la provincia patagónica. Todos hablan de ella, y según el costado en el que uno se pare, o hacia donde dirija el oído podrá escuchar: que la minería no es la madre de todas las industrias, sino la progenitora de todos los males de la provincia, que contamina solo con el nombre, aún sin tener proyectos metalíferos en producción, o “megaminería” para utilizar el término acuñado en la provincia y exportado con singular éxito al resto de la geografía del país. En el otro costado, los que pregonan los afamados y repetidos slogans creados por la propaganda minera que nunca han tenido comprobación empírica en nuestro país: “van a venir miles de millones de USD a la provincia”;  “cientos de miles de empleos”; “seremos la Arabia Saudita del litio, del oro, de la plata, del cobre”, cuando en realidad, en minería no somos nada.

Este carnaval minero en continuado lleva varios años, y está próximo a celebrar las dos décadas. Comenzó allá por el 2003 con la sanción de la ley 5001, que ilusoriamente establecía en su Art. 2° una zonificación minera con áreas habilitadas para la minería metalífera en un plazo de ciento veinte (120) días corridos. Artículo célebre, que tiene parangón solo con otra frase similar de aquellos años: “el que depositó dólares, recibirá dólares”. Resultado: los ahorristas nunca recibieron dólares, y los mineros nunca tuvieron zonificación. 

Luego de los inconcebibles errores –profundizados en los últimos diez años- por parte de algunos de los interesados en proyectos mineros en Chubut, y de las autoridades mineras nacionales, llegamos a fines del 2020, donde aparece tras los 120 días convertidos en 18 años, el Proyecto de Ley N° 128/20 de zonificación minera enviado a la legislatura por el Poder Ejecutivo de la provincia.

Como  siempre sucede, el sector minero comenzó a descorchar antes de tiempo y aparecieron los que durante los 18 años estuvieron escondidos, vociferando en las conferencias y escribiendo artículos sobre los felices años que van a venir en la provincia y los dólares que van a transformar la aridez de la meseta en un vergel de prosperidad.

Mientras tanto, en la provincia real, se ponía en marcha un andamiaje que durante todo el año 2021 postergó el tratamiento del proyecto. Los promineros con sus conocidas y equivocadas maniobras (parece mentira que la experiencia no genere aprendizaje), los antimineros con su fórmula de siempre, y los funcionarios públicos de los tres poderes nacionales y provinciales jugando al gato y al ratón, no sea cosa de quedar pegados, total la minería puede esperar 18 años más, pero nosotros somos funcionarios ahora. 

Aprovecharon el ingreso libre al carnaval oportunistas siempre al acecho de alguna presa: investigadores del CONICET, académicos (es una forma de decir) de instituciones de poca monta y bajo nivel educativo –a favor y en contra-, eclesiásticos, en fin, todo el que quisiera participar.

Vía libre tuvieron las imputaciones cruzadas entre legisladores de recibir favores de la Compañía titular de los derechos del proyecto Navidad; cambios de posturas de actores por razones políticas y no técnicas (de antiminero a prominero y viceversa); denuncias de lesiones contra personas y de ataques a propiedades. Todo matizado con vías de escape utilizadas por estos sectores, algunos por cuestiones ideológicas y otros por falta de algunos atributos que fueron:

-El fallo de una Jueza de Esquel que ante la presentación de una medida autosatisfactiva por un grupo de personas opositoras al proyecto, el día previo (04/02/2021) al que estaba programado el tratamiento del proyecto en la legislatura dictó una medida cautelar prohibiendo a la legislatura sesionar. Solo unos pocos levantamos la voz ante semejante atropello inaudito y antijurídico, pero fue suficiente para que la misma jueza, solo cinco después revocara su propio fallo.

-Caído ese fallo inaudito, parecía que todo estaba listo para que la legislatura trate la zonificación. Pero no, se volvió a encender el excusómetro y se postergó, ya que durante el mes de mayo, la legislatura trató un proyecto de Iniciativa Popular para prohibir la minería en Chubut en todas su formas y fases. El sector minero lo único que hizo fue cruzar los dedos, jugado a cara y ceca. Por 13 votos contra 12 el proyecto se rechazó, entonces todos respiramos, al habernos dado la diosa fortuna lo que no supimos conseguir por acciones y merecimiento propio.

-Ahora sí es el momento, pensaron los más desprevenidos. Pero no, de la galera apareció un conejo que provocó la huida de los atemorizados mineros. Una nueva jueza –esta vez de Puerto Madryn- retomó los argumentos de su colega de Esquel y dictó una medida cautelar impidiéndole nuevamente al Poder Legislativo debatir el proyecto de zonificación minera. El decisorio fue apelado por el Fiscal de Estado de Chubut y en junio la Cámara de Apelaciones de Puerto Madryn revocó el fallo de Primera Instancia.

-Las comunidades insistieron y presentaron un recurso de inconstitucionalidad contra el fallo de la Cámara de Apelaciones. El agosto el Tribunal Superior de Justicia de Chubut declaró mal concedido el recurso, por el cual el camino al tratamiento del proyecto en la Cámara de Diputados quedó allanado nuevamente.

A esta altura el presente año ya se había comido los dos primeros cuatrimestres. Pero los más optimistas decían que ocho meses no es nada, cuando llevamos 18 años esperando. “¿Qué más puede pasar ahora?” decían algunos; “tenemos los votos”, manifestaban los aritméticos; “la justicia está con nosotros”, suspiraban los bonsai de sabios; “Arcioni no puede repetir mandato en el 2023, entonces quiere irse con el proyecto aprobado”, expresaban los analistas de café; “Minería de la Nación puso al frente del COFEMIN al Ministro de Hidrocarburos de la provincia, jugada maestra por más que sea antiminero”; comentaban en los pasillos los dueños del lobby minero.

Caído lo legal, la nueva vía de escape que apareció fue el famoso “costo político electoral”. En un mes tenemos elecciones, y hablar de minería es pianta votos. Entonces se cajoneó el proyecto para noviembre, pasado el comicio. Argumentos flojos de papeles por cierto, esto de subestimar al electorado pretendiendo hacerles creer que callar un tema en campaña electoral atraerá más votos. El resultado fue el previsible, y la oposición obtuvo un triunfo categórico en las elecciones, castigando no solo la pobrísima gestión del gobierno provincial, sino también la hipocresía. Ya el elector no come vidrio, y estas burdas maniobras de pretender arriar ganado, son castigadas, por suerte.

Pasadas las elecciones del mes de noviembre, el excusómetro al parecer estaba vacío, entonces había que llenarlo con algo. El proyecto iba a recibir tratamiento el 30/11, fue modificado en dos artículos por la Comisión parlamentaria, pero una vez más fue postergado, dicen que para la sesión del 15/12.

Luego de esta postergación, en la cual el sector minero marca la cruz en el casillero No sabe/ No contesta, aparecieron tres diputados denunciando amenazas telefónicas que atribuyen a los partidarios del “No a la mina”. Más allá de que ser cierto es repudiable, también lo es que un diputado no pueda cumplir sus funciones por amenazas telefónicas. De ninguna manera constituye un motivo para que no se trate el proyecto en la Cámara. De no hacerlo durante este mes, el mismo perderá estado parlamentario.

Pese a este cuadro de situación, y habiéndose acabado las excusas, no se observa en el ambiente minero gran interés en este tema. Parece más redituable, hablar por los medios de inversiones anunciadas, o probables, o imaginables, que trabajar para concretar las que tienen reales posibilidades.

Se acabaron las excusas en Chubut, y el proyecto de zonificación sigue durmiendo sin tratamiento, y todos parecen estar cómodos y a gusto. De lejos parece que no, pero en realidad todos los protagonistas comparten la misma mesa y el menú les resulta conveniente y apetitoso: los políticos no pagan costo; los antimineros tienen su razón para seguir movilizándose y extendiendo el foco al resto de las provincias, y la empresa minera se sigue victimizando. Todos felices, menos obviamente la provincia y el país, que pareciera pueden seguir esperando.

Favio Casarín

Geólogo y Abogado

Prensa GeoMinera

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