Chubut, La Rioja, Mendoza, Minería

¿Uranio, para qué?

Argentina posee un importante potencial en recursos de uranio. Diversos proyectos distribuidos entre Mendoza, Chubut, La Rioja y Salta evidencian que el país tiene materia prima suficiente para autoabastecer su industria nuclear.

Sin embargo, hoy ninguna mina de uranio está en producción, y el país depende de la importación para abastecer sus tres centrales nucleares. ¿Qué posibilidades abre el desarrollo de este recurso estratégico?

Un recurso latente

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) estima que los recursos de uranio identificados en el país superan las 20.000 toneladas. Proyectos como Cerro Solo (Chubut), Amarillo Grande (Río Negro), Schlagintweit (Mendoza) o Don Otto (Salta), entre otros, han sido explorados durante décadas, con avances técnicos importantes pero sin llegar a la etapa de producción comercial.

Hoy, el uranio necesario para alimentar Atucha I, Atucha II y Embalse se importa, principalmente desde Kazajistán o Canadá, lo cual genera una dependencia externa innecesaria teniendo en cuenta el potencial local.

¿Para qué se usa el uranio?

En Argentina, el uranio tiene uso exclusivamente pacífico. Su principal aplicación es como combustible nuclear en las centrales que generan alrededor del 6% de la electricidad nacional. Pero su potencial va mucho más allá.

Ciencia, salud y tecnología: otras caras del uranio

Además de su uso en generación eléctrica, el uranio es clave para el desarrollo científico, tecnológico y sanitario de la Argentina:

  • Reactores de investigación como el RA-3 (Ezeiza) y el RA-6 (Bariloche) utilizan uranio para realizar ensayos científicos, formación de profesionales, desarrollo de materiales y diseño de tecnología nuclear avanzada.
  • En medicina, el RA-3 permite la producción de radioisótopos médicos, como el molibdeno-99, fundamental para generar tecnecio-99m, el radioisótopo más utilizado en diagnósticos por imágenes.
  • Estos radioisótopos son esenciales para estudios cardíacos, renales, óseos y para tratamientos oncológicos como el yodo-131.
  • Argentina no solo se autoabastece en este campo, sino que exporta radioisótopos a países de América Latina, consolidando su liderazgo en medicina nuclear regional.
  • Además, empresas como INVAP exportan reactores de investigación que utilizan uranio a países como Australia, Argelia y Egipto, generando valor agregado basado en conocimiento.
Reactor Argentino de Investigación RA-6, Bariloche.

¿Y si hubiera excedente?

Un escenario de producción sostenida de uranio permitiría cubrir la demanda interna y generar un excedente exportable. Países como India, Emiratos Árabes Unidos y China amplían sus parques nucleares y demandan uranio para alimentar sus reactores. Argentina, con reservas comprobadas, experiencia en minería y una política de no proliferación consolidada, podría convertirse en proveedor confiable de uranio natural o incluso procesado.

Obstáculos y oportunidades

El principal escollo no es técnico, sino político y social. En provincias como Chubut o Mendoza rigen leyes que prohíben la minería a cielo abierto, aunque la actividad puede realizarse con estrictos controles ambientales. También hay falta de inversión privada, producto de la inestabilidad macroeconómica y la incertidumbre regulatoria.

La CNEA ha propuesto planes para reactivar Cerro Solo como proyecto estratégico, pero se necesita decisión política, consenso social y financiamiento.

¿Uranio, para qué?

La respuesta puede ser: para abastecer nuestras centrales, para dejar de importar, para industrializar un recurso estratégico, para exportar valor agregado y para recuperar un rol protagónico en la energía nuclear global. Pero también, para producir conocimiento, curar enfermedades, formar científicos y proyectar tecnología nacional al mundo.