Minería

Hoy es fiesta de Santa Bárbara, patrona de los mineros 

 Según una antigua tradición, Santa Bárbara fue una joven conversa que vivió entre los siglos III y IV. Nació en Nicomedia, antigua provincia del Imperio Romano, ubicada en la actual Turquía. 

El patronazgo de Santa Bárbara, fue aceptado por los mineros, astilleros, canteros, bomberos, arquitectos, fabricantes de pólvoras y armas de explosión, por la relación que guardan estas actividades con el fuego. Tal culto, se arraiga según la tradición que se conserva desde 1448, por un hecho producido en Gorka, ciudad de Holanda. Se cuenta que en esa época, Enrique Stock, sufrió un accidente en el que quedó preso de las llamas, en ese trance invocó la protección de santa Bárbara y contra toda lógica logró sobrevivir. 

Su historia 

Santa Bárbara fue puesta en cautiverio por su propio padre, un rey pagano de nombre Dióscoro, con el propósito de forzarla a la apostasía. Bárbara había rechazado la orden de casarse y se había declarado cristiana, cosas que fueron consideradas como afrentas por su padre. Entonces este, lleno de furia, dejó que fuera martirizada. Como Bárbara sobrevivió a los maltratos, fue presentada ante el juez, quien determinó la pena de muerte por decapitación. El lugar escogido para el sacrificio fue la cima de una montaña y el verdugo sería el propio Dióscoro. Ni bien este dio muerte a su hija, un rayo le cayó encima y lo fulminó. 

Aunque no existen referencias históricas completamente sólidas sobre Santa Bárbara y los hechos que le acontecieron, su veneración se extendió por Europa consolidándose en el siglo VII. Su culto fue aceptado y confirmado por san Pío V en 1568 y desde entonces se le incluyó en la lista de los santos auxiliadores. 

Se le representa cubierta con un manto rojo, al lado de un cáliz con la sangre de Cristo, portando una rama de olivo, una corona y una espada; todos símbolos del martirio. 

La historia de que su padre fue fulminado por un rayo causó, probablemente, que fuese tomada por protectora ante los peligros de las tormentas eléctricas y los incendios naturales. Luego, quizás por analogía, se nombró patrona de los artilleros y los mineros. 

También se pide su intercesión para no dejar de recibir la Confesión y la Eucaristía en la hora de la muerte. 

Santa Bárbara es representada con una espada, una palma (señal de que obtuvo la palma del martirio) y con una corona porque se ganó el reino de los cielos. La misma tradición señala además, que cuando Dióscoro bajaba del monte donde habían matado a su hija, le cayó un rayo y lo mató, y es por este hecho, que muchas personas rezan a la santa para pedir su intersección y verse libre de los rayos de las tormentas. En su sepulcro se obraron muchos milagros. 

Mito 

Según la tradición de la minería subterránea, el Diablo es amo y señor en las profundidades. Los curas no deben entrar para no irritarlo; las damas, para no poner celosa a su amante. 

Como las almas que van al infierno, los mineros viven bajo tierra. Dios los pierde de vista cuando bajan al corazón de piedra, y allí no les queda más que encomendarse al “Tío”, como algunos llaman a Satanás. Muy católicos en la superficie, los obreros le ofrecen alcohol, cigarrillos y animales muertos a Lucifer cuando se sumergen. Se cuidan de no enojarlo, porque no hay escapatoria a la venganza del derrumbe. 

En Bolivia, Perú o el noroeste argentino, los dueños de las minas respetan a rajatabla las costumbres ancestrales de los obreros. Los sacerdotes no pueden entrar, y el Diablo no puede salir: la cruz Tatacajchu apostada en el ingreso de los yacimientos lo impide. En los oscuros pasillos, los mineros hacen sanguinarios sacrificios a las representaciones del Tío: de cuernos alargados, baja estatura, ojos vidriosos y colores llamativos. 

Ese carácter tempestivo de la Madre Tierra explica una de los mitos más difundidos de la minería subterránea: las mujeres son sinónimo de mala suerte. Si el Tío se enamorara de una visitante, dejaría de fecundar a su amante y entonces escasearía la plata. Pero, aún si no se sintiera atraído, la competencia femenina haría que la Vieja cerrara su vientre y sepultara a los trabajadores. 

TIEMPO SUR 

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