Los frentes que ha abierto la pandemia de coronavirus, cuando todavía lo peor ni se asoma, son muchos e impensados.
“Si yo tuviera los recursos que tienen ellos, que salen de la minería, seguramente podríamos ofrecer un beneficio similar, pero no es así. El esfuerzo que estamos haciendo es el máximo. La vamos a pasar mal, muy mal, como todo el mundo”. La frase fue lanzada el sábado, cerca del mediodía, por el gobernador Rodolfo Suarez mientras mantenía una charla por videoconferencia con un grupo de periodistas de medios de la provincia. Puntualmente, se refería a una decisión que habría tomado San Juan que, con recursos del Estado, subsidiaría la tasa de los créditos nacionales destinados a las pymes que están paralizadas, para que pudiesen de esa manera pagar los sueldos de sus empleados y evitar los despidos.
Mendoza está por estas horas analizando qué nivel de subsidio anunciará para que ese 24 por ciento al que asciende el interés de los créditos nacionales baje un poco más, aunque difícilmente se acerque al que están solicitando los empresarios mendocinos, esperanzados en que la tasa alcance, al menos, 12 por ciento, la mitad de lo que se cobrará a través del BICE. Y sueñan, a la vez, con un milagro: que el beneficio sea de cero por ciento, como en La Pampa, un escenario que Suarez literalmente ha descartado.
Los frentes que ha abierto la pandemia de coronavirus, cuando todavía lo peor ni se asoma, son muchos e impensados. Suarez pasa las horas monitoreando el clima entre videoconferencias y charlas por chat, con el equipo de Salud, con el de Economía y con el de Hacienda. Se suman los contactos con la Presidencia, con los gobernadores, de tanto en tanto, con los legisladores nacionales, con los intendentes –un grupo de chat particular que ha ganado fama entre los tantos que encabeza el gobernador–, con los líderes de la Legislatura provincial y con los empresarios.
El mar de lamentos es infinito e incierto, por sobre todo. A nivel financiero, la preocupación transcurre por administrar las herramientas que aparecen en el horizonte para evitar el lanzamiento de un bono provincial, que sería el paso previo a una cuasimoneda. “Son alternativas que están ahí, dando vueltas y a las que no queremos llegar, o evitar lo más que se pueda”, confesó Suarez el fin de semana.
Por supuesto que la prioridad número uno está puesta en cómo enfrentar la nueva enfermedad y, como lo intenta hacer la Nación, perseguir el aplanamiento de la curva de contagios para evitar que el pico de los contagiados termine con el colapso de la infraestructura instalada. Por eso, no se coparticiparán los fondos de los Adelantos del Tesoro Nacional (ATN) que la Nación distribuirá entre las provincias. Todo eso, en total unos 2.500 millones de pesos –se calcula–, y que están llegando en cuotas como los respiradores y reactivos, se destinará al área de Salud y a preparar el territorio para lo que virtualmente se cree puede ser un escenario de guerra, de guerra, claro está, contra un virus que ha puesto todo patas para arriba en el mundo entero.
En ese sentido y siguiendo una única lógica a nivel nacional, Suarez ha replicado el mismo esquema usado por la Nación en las provincias. Él ya lo está haciendo con los municipios. Quiere saber, como publicó El Sol el lunes, y en tiempo real, cuál es la situación de los hospitales, de los edificios públicos adaptados para recibir a los pacientes que no requieran una Terapia Intensiva, la disponibilidad de la infraestructura privada, conocer la cantidad de médicos, enfermeros y el material necesario para cada uno de los centros de salud del sistema.
En un plano más general, y para nada menos importante, no sólo tiene que ver con los planteos empresariales que reclamaban el establecimiento de una cuarentena más flexible con protocolos específicos y demás, y que ha sido dejado de lado; la otra preocupación que aparece en el horizonte está atada a los recursos en baja por una recaudación que se vino a pique y que pondrá en un estado de emergencia las partidas para el pago de los sueldos públicos. El pago en cuotas y de forma escalonada no está descartado, aunque, claro está, es un escenario que el Gobierno buscará evitar a como dé lugar. Antes, agotará las herramientas que ha puesto a disposición la Nación, incluyendo algunas de las líneas de crédito una vez que se termine el fondo de los ATN y, por último, apelar a algún tipo de los modelos de cuasimonedas que ya se analizan en el escenario
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