Mendoza es una de las provincias que no solo registra infectados sino también muertos por la pandemia. Pero nuestros hermanos están atacados por otra amenaza próxima, las graves dificultades económicas al caerse buena parte de sus actividades productivas.
Carlos Montbrún Ocampo compuso la cueca “Entre San Juan y Mendoza”. La letra de Videla Flores relaciona a las dos provincias con lo que tienen en común, el buen vino. Durante mucho tiempo, cuando una persona estaba medio borracha o “curada” se decía: “está entre San Juan y Mendoza” aludiendo a la metáfora del famoso creador de las “Alegres Fiestas Gauchas”. Hay otra cosa que nos une, la misma cordillera y sus minerales. Pero en eso hay diferencia, San Juan goza de sus beneficios y Mendoza los niega. En analogía con la letra de la cueca, hoy podríamos decir que los sanjuaninos estamos “sobrios” y los mendocinos “chispeaos”. Nadie conoce razones, se dan sólo explicaciones emocionales, Mendoza ha decidido vivir mirando su montaña llena de riqueza y a la vez llorando penurias. El coronavirus ha destrozado una de sus mejores fuentes de ingreso, el enoturismo que atrae extranjeros que no llegarán, por lo menos, en todo este año. No tiene minería por decisión propia, el petróleo ya venía para atrás por la situación general del mundo y del país. Ahora que la gente no viaja y no consume combustibles, peor. La vitivinicultura merece el respeto histórico y es una raíz cultural, pero ha dejado de ser sostén económico de la región. La recaudación del Estado tenderá a caer a cero por la falta de actividad, así como la coparticipación federal de impuestos y el convenio multilateral de Ingresos Brutos. Mendoza tiene un gobierno de signo político distinto de la nación, lo cual puede dificultar la llegada de obras públicas de financiamiento nacional, más ahora que todos estarán pidiendo y que es muy probable que en la punta de la fila estén los amigos y los adversarios a la cola. En fin, una tormenta perfecta como bien la denominó el colega Raúl Pedone, Editor Jefe del Diario Los Andes en Radio Sarmiento.
Esa política antiminera le ha permitido a San Juan ser destino de todas las inversiones del sector en la zona y ascender al puesto 19 en el ranking de lugares favorables por encima de Argentina y de países tradicionalmente mineros como Perú. Eso último es lo que ha llevado al Presidente Fernández a designar a Alberto Hensel, ex ministro de Minería de Sergio Uñac, al frente de la Secretaría de Minería de la Nación. Un recurso sin explotar es igual a tener peces en el mar sin pescadores o suelos fértiles sin cultivar. En los momentos difíciles, como los que vendrán, eso pasa a ser un pecado, los recursos naturales son “flotadores” de la economía. San Juan decidió, como hizo el país, hacer política minera desde hace más de 4 décadas. El bloquista Gómez Centurión, geólogo, diseñó por ley la distribución de áreas de exploración y creó el Instituto Provincial de Exploraciones y Explotaciones Mineras, IPEEM. Luego vendría el peronismo de Escobar, la Alianza, con otro impulsor bloquista, Waldino Acosta, y en el Congreso Nacional, el Presidente de la Bicameral Minera José Luis Gioja. Como gobernador, Gioja exhibió el primer lingote de oro en 2005 y en nuestros días los siguió exportando Sergio Uñac. Cinco administraciones de diferentes partidos y dirigentes, igual que en la nación con Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Néstor y Cristina Kirchner y finalmente Mauricio Macri. No ha sido un capricho, sino un intento exitoso de salir del antiguo monocultivo de la vid y aparecer por fin en el radar del mundo. Hoy San Juan existe entre los distritos más codiciados del planeta, con inversores de China, Australia, Canadá y otros. Mendoza, aun decidiendo cambiar de postura, tardará décadas para seducir al cauteloso dinero de los grandes mercados extractivos. La minería requiere de condiciones esenciales: estabilidad jurídica, confiabilidad política, tranquilidad gremial y seguridad fiscal para recién después analizar la factibilidad de un proyecto. Se sabe que el mineral puede esperar toda la eternidad, no se trasladará a otro lugar.
Las inversiones originales son de cientos o miles de millones de dólares sólo para saber si el colchón tiene lana. Mendoza tiene el severo baldón de Potasio Rio Colorado, yacimiento que hizo perder miles de millones a la brasileña Vale. Mientras, en San Juan, una de las explotaciones, Veladero, de la firma Minera Andina del Sol propiedad de la canadiense Barrick y la china Shandong Gold, pagó sueldos por 5.146 millones de pesos en año pasado a 1.291 empleados directos y liquidó 10.118 millones de pesos a proveedores locales pagando a la provincia 2.075 millones en regalías y 9.628 millones de pesos en impuestos. Por el coronavirus acaba de entregar 1.000 camas para eventuales hospitales de campaña, dos trailers para control en los hospitales, mamelucos, guantes y máscaras para los principales centros de salud pública. Minas Argentinas, Gualcamayo, inyecta en Jáchal 360 millones de pesos anuales por salarios a 380 empleados locales y tiene 700 en total en la provincia, hace compras a proveedores de la zona por otros 246 millones, integró más de 83 millones a un fondo fiduciario, pagó impuestos nacionales y provinciales por 1.141 millones, tasas y patentes por 1.466 millones, recaudó para el Estado retenciones de Ingresos Brutos y otros por 535 millones, pagó regalías por 162 millones, haciendo un total de 1.924.716.365,92, casi 2 mil millones de pesos que ingresaron a tesorería de la provincia y al municipio de Jáchal, fuera de los empleados y proveedores. Esta semana está entregando 4.000 módulos de alimentos a pobladores afectados por el aislamiento y ha provisto también de insumos al hospital. Cada provincia es independiente y toma sus decisiones. No obstante la cercanía geográfica, histórica y compartir la misma cordillera, San Juan hace una cosa y Mendoza la contraria. Los resultados están a la vista, volviendo a don Carlos Montbrún, de un lado el hombre está “sano” y del otro “chispeao”.
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