Minería

Minería sustentable o sostenible ¿ Cual Prefiero ?

El desarrollo de la minería metalífera a cielo abierto en la Argentina, ha tenido diferentes etapas y distintos escenarios.

bellini marcelo

Por Mgs. Ing. Marcelo Bellini , Secretario Académico de la Universidad Nacional de San Juan

Cuando en 1997 se iniciaron las actividades en Cerro Vanguardia y Bajo La Alumbrera, quienes abrazamos la profesión de ingenieros de minas y otras especialidades afines, miramos con optimismo el horizonte laboral y del desarrollo minero, porque se estaba haciendo realidad, gracias a la ley de inversiones mineras, la visión de Sarmiento quien en julio de 1862 le dijera al entonces Presidente, Bartolomé Mitre “Ayúdeme en las minas y enriquezco a la República”, insistiéndole luego “Espero con las minas crear una política industrial y sana, reparadora y fecunda en riqueza, que es lo que falta al interior. Ayúdeme en esto, y habrá satisfecho mi ambición que es tener poder para crear, transformar, y realizar.” A pesar de la prédica y acción tenaz de Sarmiento, la minería argentina languideció hasta llegar a una parálisis en 1930.

Lentamente, al amparo de aquella legislación, algunos emprendimientos fueron viendo la luz, y poco más de un lustro después, cada 7 de mayo los mineros celebrábamos el Día de la Minería con optimismo, anhelando que siguieran multiplicándose los Veladero y Gualcamayo en San Juan, los Alumbrera en Catamarca, los Vanguardia y Manantial Espejo en Santa Cruz, y como dice la canción de Sui Generis “…y así pasábamos los días…”

De repente, una decisión a nivel nacional que fue criticada por muchos de nosotros, particularmente los empresarios, y que fue defendida férreamente por la autoridad nacional minera, derrumbó ese optimismo pues las inversiones decayeron, se paralizaron las tareas exploratorias y se cortó el hilo conductor que hace de la industria minera un proceso virtuoso, esto es: exploración – desarrollo – explotación – cierre, y mientras se produce esta última etapa del proceso minero, iniciar nuevamente el desarrollo de aquellas exploraciones que hubieran concluido con la determinación de la presencia de un yacimiento, para “recircular” la mano de obra y continuar con la actividad sin interrupciones. A pesar de esto, seguíamos oyendo hablar de “metros perforados” pero no de toneladas exportadas o dólares ingresados a nuestras arcas.

En el camino, muchas horas frente a cámaras o micrófonos, u ocupando decenas de columnas en diarios y revistas por parte de quienes hacemos minería de uno u otromodo, para hacerle frente a grupos que no querían (y aún hoy no quieren) el desarrollo pleno de la actividad minera. Explicamos hasta el hartazgo las características, propiedades, riesgos y cuidados del uso del cianuro, la distribución de beneficios que representaba esta actividad, la escasa cantidad de agua empleada versus otras actividades industriales, los empleos generados y los aportes económicos a provincias y regiones postergadas durante mucho tiempo, entre otras cosas. Aún así, hoy, la actividad no puede ver la luz en 7, sí 7 provincias argentinas, cuyas legislaturas desconocieron la Constitución Nacional y el Código de Minería.

Caímos casi al fondo del pique, para hablar en términos mineros. Hoy, parece que empezamos a remontar la rampa, para salir por bocamina y ver nuevamente claridad. Lentamente, pero con la esperanza de continuar por el camino optimista que transitamos hasta el 2009.

Y aquí voy al porqué decidí titular así este artículo: se define a la minería sustentable como aquella que en términos generales, implica tres condiciones. La primera, que no agote el recurso explotado. La segunda, que no genere efectos sobre el ambiente que afecten la explotación de otros recursos o la calidad de vida de sus habitantes. La tercera, que no sea causa de serias inequidades que amenacen la estabilidad social de su entorno. En mayor o menor medida, en nuestro país se viene cumpliendo, y todos hacemos esfuerzos por mantenerla.

En cuanto a la segunda definición, muchos autores consideran a la minería como una actividad no sostenible en el tiempo, por tratarse de recursos naturales no renovables.

Sin embargo, en mi humilde opinión, el concepto de sostenibilidad es más amplio que esta simple definición y comprende la prolongación en el tiempo de las actividades mineras, conforme ese círculo virtuoso a que hago referencia en un párrafo anterior.

Por eso, si me preguntan qué minería prefiero, mi respuesta es “las dos”, aquella que es sustentable conforme la definición enunciada, y sostenible como actividad para generar riquezas por muchos años, quizás más de un siglo como nuestros vecinos Chile y Perú.

Soy optimista, de cara a las últimas medidas adoptadas, al lento mejoramiento de los precios internacionales de los metales, y a las inversiones prometidas en los últimos discursos pronunciados en ocasión de los festejos por el Día Nacional de la Minería.

Para quienes sentimos pasión por la actividad, tenemos el enorme desafío de acompañar el desarrollo futuro, criticar si el camino es errado, y seguir siendo partícipes de la construcción y desarrollo de los diferentes emprendimientos mineros.

Recordemos también, palabras del Gran Maestro cuando citaba en su artículo “La Legislación y las minas” de 1842: “Tal es la situación industrial en que el Gobierno ha encontrado a la provincia: un montón de ruinas, los capitales destruidos, el comercio paralizado por falta de un producto que le sirva de base, e imposibilitado por la obstrucción e inseguridad de los caminos. Millares de hombres han consumido sus pequeños capitales, permaneciendo dos años con los brazos cruzados, sin la esperanza siquiera de trabajar en ramo alguno de los conocidos. Tal situación seria de desesperar, si la naturaleza no ofreciera un camino nuevo por donde salir de este estancamiento: las minas.” Que así sea.

PGM

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